
El Amanecer
de toby.
Amanecía… Toby veía el amanecer desde
una esquina, en el desconcierto del silencio aquel que viene luego de la
vorágine. La esquina no era la que toby
conocía. Era otra, incluso los olores típicos de su barrio y de esos árboles
previamente marcados por el habían cambiado.
El, por lo general, con su privilegiada nariz lograba marcar un sendero
sensorial hasta el calor de su hogar pero esta vez no le funcionaba. No era como siempre. El solo olía resabios de parrillas apagándose
con el viento de la mañana, cerveza derramada por doquier, mientras evadía algún que otro auto que
rebasaba su velocidad aprovechando el desolado escenario de feriado religioso y
laboral. Y ese invasivo elemento volátil que los de dos patas llamaban pólvora.
Inquieto Toby, caminaba errático y esquivo por donde alcanzaba moverse,
pues de la noche a la mañana tenia todo
un mundo a su merced tan grande como complicado. Incluso para un perrito
mestizo y listo como el… Que sabia manejarse con mucha soltura en la vereda de
su casa, a tal punto que ni correa necesitaba.
Solo bastaba la escolta mirada del mal llamado amo. Y el chistido que le
indicaba que debía regresar adentro de una vez.
Pero este no era el caso, esta
noche no había escuchado chistido alguno, ni había contado con la mirada vigia
de quien le había dado un hogar.
Agitado, con la mirada exaltada, trataba de seguir a los caminantes esperando
reconocer algún olor, alguna botamanga de pantalón que le devolviera ese olor
que tanto recordaba y queria volver a sentir.
El de su padre de dos patas, el que lo adopto siendo un pequeño
cachorro. Pero solo conseguía un patadon
de algun torpe caminante debido a la bebida que toby lograba esquivar con mucha
facilidad. Pues sus sentidos estaban a mil. Su corazón latia con fuerza
mientras jadeaba de manera exagerada.
Preguntandose, donde esta mi
papa!? Donde esta mi familia? Toby notaba que ese árbol le parecie familiar,
mejor se dirigia hacia alla, pero era una falsa alarma. Paso a paso se alejaba
mas de su casa irónicamente en búsqueda de la misma.
Habia caminado por horas, para ser exactos unas seis. Tantas horas de caminar podrían haberlo
llevado demasiado lejos, como también haberlo hecho caminar en círculos
manteniéndolo en la manzana de su vecindario. Daba igual, que mas le daba si su
olfato no funcionaba y eso lo condenaba a la incertidumbre de un animalito
domestico extraviado y sin poder expresarse salvo por un aullido en la soledad
de un feriado en el que el cielo se le había venido encima.
Su ultimo recuerdo hogareño había sido ver a su dos patas con las copas en
alto. Sonrisas por todos lados, algunos gritos entonados y un brindis que
derivo en abrazos y palmadas de espalda en deseo de buen augurio. Era todo
perfecto, todos estaban en casa, toby
había recibido la comida que mas le gustaba pues sobraba por todos lados,
incluso se caia por los rincones de la mesa, solo debía estar expectante y
esperar un descuido para aprovechar y darse su panzada. Degolpe todos arrastraron sus sillas para
levantarse de la mesa abrieron la puerta y salieron a festejar con unas cajas
coloradas y unos encendedores. Grandes y
chicos, todos para afuera, y siguiendo la ola siguió a la jauría familiar a la
puerta de su casa.
El cielo se puso rojo, luego azul, luego blanco. El suelo se puso color fuego. Se lleno de chispas que destellaban mientras
sus oídos no daban abasto. Escuchaba al universo recaer en sus oídos. Aquellas orejas que le servían para vigilar y
cuidar a su flia esta vez se habían inhabilitado, entre explosiones y risas
infantes y adultas, erupciónes de
corchos volando hacia la luna misma. Y
la mirada invadida de destellos trato de resguardarse, hacer lo que todo perro
sabe hacer, que es mantenerse a salvo. Y
se retiro del peligro, corrió exactamente al punto contrario del caos, de la pólvora,
de las risas de los ebrios, de los niños e inconscientes. Comenzando una travesía
que lo hundió en desesperación y desconcierto.
Porque
tanto caos? Porque mis oídos duelen? Porque no puedo oler a mi familia? Se
preguntaba toby mientras se movia por cada sendero que notaba seguro. Explosion a explosión equivalía a un escape y
a 50 nuevos pasos lejos de casa. Las
cuadras pasaban, el fuego lo seguía,
estaba en el cielo, en la tierra en las paredes en las manos de las personas
que veía mientras corria invadido de terror.
Algunos con una botella en la mano izquierda y un petardo en la derecha
y para concluir con una sonrisa en la boca. Todo lo contrario a lo que toby
expresaba en una paradoja de sentimientos abrumadores provocados por aquellos
que tienen el privilegio de pedir ayuda con solo abrir la boca. Con solo dar
una señal a sus pares.
Rodeado de furia, camuflada de fiesta y
alegría. No era mas que la descarga de un año duro y pesado ante el esfuerzo de
un bolsillo flaco y un trabajo arduo que solo una vez al año tienen la
oportunidad de dar revancha a base de
estruendos, gritos, alcohol y heridas inesperadas.
No era el caso de Toby. Un cuatro patas que no necesitaba regalos para querer a
su dos patas preferido. No necesitaba dinero, ni ropa de marca, ni un auto
ultimo modelo. No necesitaba un
banquete, ni presumir sus logros o atajarse ante los logros ajenos. No necesitaba alcohol, ni reventar los
cielos, no necesitaba perder su olfato, ni quedar sordo y ciego, ni siquiera
por un momento. No necesitaba el
desconcierto, la soledad, las patadas de extraños borrachos ni esquivar autos a
toda velocidad. No necesitaba descargar
frustraciones, pues lo tenia todo, no tenia broncas, ni excusas para tirar la
casa por la ventana en modo de revancha con la vida. Toby no debía nada, solo
debía vivir en paz con su familia hasta el ultimo dia de su noble
existencia. La cual había dedicado a un
hombre, aquel animal de dos patas, que esa noche gasto su aguinaldo en algo
llamado pirotecnia, porque sus vecinos la usan cada año, porque el firmamento y
sus colores brillantes lo llamaban a participar.
Mientras todos estaban en un caos de supuesta festividad, toby, un simple
cuatro patas sin darse cuenta antes del inesperado giro cumplia el siginificado
de esas fechas, el estar en paz con su flia ofreciendo y recibiendo amor. Pues toby ya no estaba en su hogar. El ya era parte del todo, para luego ser parte
de la nada.
Atado a la esperanza de que su dos patas amado
se recupere de la rasaca, se ponga de pie y se pregunte… A donde esta mi amado
toby? Quejandose por la injusta desaparición de su amigo. Echandole la culpa al destino, o simplemente
a algún familiar que abrió la puerta.
El dos patas se lava la cara y despabila con un café, se saca la ropa de entrecasa. Se viste
dignamente, y con mirada preocupada abre la puerta para salir a buscarlo. Abrigo mediante, y el seño resignado, emprende
la búsqueda con incertidumbre, y
echándole la culpa al albedrio de la vida.
Aquel que lo llevo a quemar los suelos y los cielos y enceguecer la
inocencia de su mejor amigo.
El dos patas se pierde por la esquina con jaqueca y algo atolondrado al
caminar, pues había sido una noche agitada con muchas emociones. Incluso no
sabia si había llorado de alegría o ebriedad.
Comió, bebió, salto, corrió, abrazo, beso, felicito y despidió a su
gente. Todo eso en una noche de festividad que en sus ojeras recaía. Hasta que
en un momento el dos patas se arrodillo, con su cabeza a gachas se inclino y en
ese momento, no tenia ganas de comer, beber, saltar correr, abrazar, besar ni
felicitar a nadie, ni siquiera se le ocurria quemar los suelos y el
firmamento. Pues su mejor amigo yacia
inerte en el olvido del asfalto que la había dado cobijo esa noche de terror y
desconcierto. En un feriado festivo
luego de alzar las copas tuvo que hundir una pala para despedir a la nobleza y compañía
manifestada en su hermoso perro.
Y es tan básico e ironico como eso,
alzar las copas y hundir la pala. Reflexion que surgía de su mente pese a que
ya era demasiado tarde. Lagrima mediante, miro la sepultura de su compañero y
coloco su vieja correa erigida en una vara cual árbol de navidad y sus adornos
tiempo antes. Ese mediodía el dos patas
juro parecerse lo mas posible a su perro.
Juro ser leal y apasionado como toby lo había sido. Y respetar el
significado de esas fechas como su perro sin darse cuenta cumplía en su
inocencia. Dando y recibiendo amor sin medir consecuencias. Y no solo en épocas
de fiesta, sino cada segundo, hora y dia de su vida… (Miguel Medina)
PD: por favor comparte este relato.
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