“Se nota que solo te entendes con los animales y no con la gente”. Eso me dijo un individuo al verme susurrar al oído a mi perro mientras lo paseaba. Como si fuera poco habitual ver algo así. Como si fuera signo de algún tipo de debilidad.
“Se nota que no te entendes con la gente” decía, lo daba por hecho, y solo porque me había visto reclinado diciéndole a mi compañero “tranquilo” con voz apaciguada al oído, mientras le rodeaba la oreja con las yemas de mis dedos. Lo que le hacia cerrar los ojitos ante el disfrute.
¡Se nota que te entendes con los animales! aseguraba, lo decía con cierto tono despectivo, aunque también parecía con un énfasis de sorpresa, fue ahí cuando denote el sarcasmo, de aquel señor remilgado que manejaba la palabra y desglosaba la vida en escalafones, tanto que lo llevaba a necesitar un manual para dar un abrazo.
Pues recuerden, el señor desde su tono obstinado parecía creer no ser “un animal” sino algo despegado de eso, ajeno, me hizo pensar en un campeón desde un podio de cartón, ¡para dar una metáfora nomás! o más bien para esbozar una sonrisa en la expectativa de que este se caiga. Pues, no hay peor analista que el que no conoce las minucias de la vida y las disfruta, como susurrarle al oído a tu perro por ejemplo.
¿Porque le susurra? ¿No sabrá que no entiende lo que le dice? No tiene nuestra mente, nuestra conciencia! Es un cuadrúpedo que solo sigue pulsiones, solo va al placer, es una masa de carne con vida con instintos que transcurren oliéndonos los talones! Y buscando que comer, o donde evacuar, o que oler… Para que reclinarse y susurrar a un perro! Seguro que ese pibe debe estar solo, seguro canaliza su soledad con el bicho ese, esta solo y como no puede tener vínculos con la gente la liga el ladrador, pobre animal, esta siendo usado. A ver si lo avispo un poco. Le digo algo que lo va a dejar pensando - ¡Se nota que solo te entendes con los animales y no con la gente! …
Me lo dijo mientras pasaba, el seguía su camino, de hecho fue lo único que me dijo, se tomo su tiempo, lo expreso al paso pero la escena no fue mas que un cuadro ridículo e inexplicado para aquel señor, su manera de decirlo, su tonalidad, esa mirada sobradora, y por ultimo esa frente en alto después voltearnos la vista, como desde las alturas, solo fuimos algo anecdótico que le produjo un sarcasmo, una adulación a su propia ocurrencia desde aquel altarcito de arena.
Y yo regocijado en la simpleza de susurrarle a mi perrito al oído. Aun reclinado, mimando al único motivo por el cual estaba dándome cuenta que el día era hermoso. Si no fuera por el no habría salido para apreciar semejante tarde y justo se lo estaba agradeciendo de ese modo... “tranquilo” le decía y lo calmaba con las yemas de mis dedos, acto que lo relajaba mucho. Sus ojos cerraban, Giraba su cabeza acompañando el vaivén de mi tacto valseseando mi caricia mas que agradecido.
El día estaba hermoso, hasta al señor lo había notado radiante bajo la luz de esa hora del día, no quisiera cruzármelo en la penumbra, no saldría para nada favorecido. Pero no iba a juzgar bellezas, pues trataba de ser justamente, “como mi perro”. Ahí esta la verdadera pureza de las relaciones, el no prejuzgar, el no condicionarse simplemente disfrutar y bailar al vaivén del mimo que uno merezca.
Trataba de ir al placer, por ende no escatimaba en caricias para el y la verdad que eso me parecía agradable, ambos salíamos beneficiados, amor reciproco e incondicional!
Y al parecer por lo visto, trataba de oler talones, pues aquel señor viéndome desde lo alto lo único que debía creer era que no le llegaba ni a los mismos. – me dije por lo bajo, cuanta desconexión con el valor de la simpleza. Si es que debía poner un valor a ese momento no encontraba una cifra, estaba transcurriendo ese momento el cual era único e irrepetible, tenia sus ojitos cerrados, carita de extremo placer y solo con mi voz apaciguada al oído y un par caricias que para el eran invaluables. ¿Acaso algo así cotizaba en la bolsa? ¿O era signo de debilidad o motivo de mofa? ¿No se daba cuenta que el único con motivos para la soberbia era yo con semejante privilegio?
Tanto antagonismo en un cruce fugaz con un desconocido que al prejuzgar lo único que logro fue abismar distancias. Lastima que se fue con bastante apuro, no me dio tiempo a ser contestatario mientras estaba cerca.
“¡Se nota que solo te entendes con los animales y no con la gente!” Después de esa frase la verdad es que si logró hacerme pensar, casi iba a decirle que me había empezado a dar cuenta solo gracias a el... “que tenia toda la razón”…
Autor: Miguel Medina
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