lunes, 8 de octubre de 2012
Pequeño gran escolta(dedicado a mi perro sam)
Me siento orgulloso, ¿como lo justifico? Pues con mucho gusto lo explico. Miro a mi verdadero amigo, a mi perro. Me mido, testeo y confirmo mi propio bienestar al verlo rozagante a través de ese brillo que sus ojos me entregan. Atenta mirada, que mas que atenta es leal, inmutable, la puerta de entrada a cualidades que nosotros con esporádica suerte solemos poseer, tan de a cuenta gotas, que cuando una de estas aflora trasciende como una excepción sorprendente.
Vanagloriar nuestra conciencia e intelectualidad, es lo que me hace dudar, ante lo que solemos considerar el simple instinto de un canino, “Simple” como si fuera mundano, inferior. Debo resaltar que no hay nada de básico cuando se trata de las virtudes de mi fiel compañero. El comparte conmigo cada uno de los 5 sentidos, padece el frío que padezco, sangra en sus descuidos como yo lo haría, días y horas de su vida las transcurre a mi lado, indiscutible razón para no sentirme identificado, sin ataduras visibles, solo con fidelidad de soldado, como en retribución agradecida ante una dependencia de la cual culpable somos debemos admitir, pues el hombre ha domesticado al lobo, es como un pecado original que todos compartimos y debemos hacernos cargo. Se le ha fraguado gran parte de su salvaje naturaleza y sin embargo hoy en día se mantiene tan defensivo como en sus inicios, por mas que se traduzca en un agudo gruñido a la par de la ventana, con su pequeño pecho erigido soberbio en su rol de sereno sobre el respaldar del sillón, altivo, como un lobo alerta al cuidado de su preciada jauría.
Por ende ¡le debo tanto a mi compañero!... Le debo el oportuno consuelo de una lambida inesperada cuando en penumbras esquivo de los míos sollozaba, creyéndome solo ante alguna indignación o desengaño, por ende, le debo mi alegría, le debo la vida... Le adeudo mil clausuras de caras largas, porque el las prohibía en su socorro innato, en su entrega diaria.
¡Y pensar que los subestimamos!... Tanta capacidad tenemos los humanos, para terminar siendo tan indiferentes. Tanta lógica en vano, para acabar siguiendo de largo… Si hasta con la intención de ofender los usamos de enunciado, pues en ese caso, yo me sentiría halagado, me sentiría un virtuoso, me sentiría honrado.
“Y si es por hablar de honra, es lo que menos tendría si no te tuviera amigo mío” que mas puedo decirte. Solo que, mientras paginas de mi vida he volteado, la carencia y el dinero ha pasado, amores y amigos han brillado y desgastado, solo vos has mantenido tu guardia al dente aunque ya abunde de canas tu hocico, aunque ya camines encorvado, pero eso si, siempre a la vera de mis pasos. ¡En fin, pequeño gran escolta! Te pido mil disculpas y te doy las gracias. Es que doy por hecho, que al final de este texto…
“Saltarás a mi regazo”
autor:Miguel Medina.
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